La tarea de destrucción ferroviaria impulsada por el gobierno nacional durante la década del 90 (presidencia de Carlos S. Menem) dejó como saldo, además de decenas de miles de compañeros ferroviarios sin trabajo, el abandono de innumerables edificios: desde humildes casillas de madera y chapa, como los cobertizos para zorras, hasta imponentes edificios de mampostería construidos un siglo atrás y en buen estado de conservación.
El adecuado mantenimiento de las locomotoras a vapor requería que cada cierta cantidad de kilómetros recorridos –no mucho mas de 300- o una vez al día sean apagadas para permitir limpiar de cenizas su caldera, tubos y demás elementos anexos, actividad que debe realizarse mayormente bajo techo y que insume una considerable cantidad de tiempo. La existencia de empalmes o situaciones especialmente singulares, como la existencia de fuertes pendientes y la consiguiente utilización de locomotoras especiales (aptas para circular utilizando "cremallera") obligaba a las empresas a construir estos conocidos edificios a veces muy próximos entre si.
Alberto Dieguez
Jefe de División
Desarrollo de Capital Humano Ferroviario SA.c.P.E.M.
Secretario de Hacienda y Delegado a Asambleas
Asociación del Personal de Dirección de Ferrocarriles y Puertos Argentinos
Seccional Rosario
Depósito de locomotoras de la C.G.B.A. |
A este último grupo suelen pertenecer los depósitos de locomotoras, construcciones sólidas y de generosas dimensiones, destinados a atender el elemento fundamental y más avanzado de la tecnología ferroviaria de aquel momento: la locomotora a vapor.
Vista aérea del enorme depósito semicircular construido por el Ferrocarril Santa Fe en la ciudad homónima. |
Hoy es común verlos abandonados, saqueados o destruidos, al igual que muchos otros edificios y elementos que formaron parte de la explotación ferroviaria tradicional como estaciones, cabines, galpones de carga, señales, palancas, etc. Sin embargo la decadencia de aquel tradicional edificio fue predecible y hasta deseable y necesaria, a diferencia de los otros mencionados, víctimas de la desidia, desprecio y ambición del poder de turno. El camino hacia su desaparición o transformación se inicia con la incorporación de las primeras locomotoras diesel-eléctricas en la Argentina, a fines de la década del 50.
Vista aérea del depósito San Martín, construido por el F.C.C.A. en la localidad bonaerense homónima.. |
Mantenimiento de las vaporeras
El adecuado mantenimiento de las locomotoras a vapor requería que cada cierta cantidad de kilómetros recorridos –no mucho mas de 300- o una vez al día sean apagadas para permitir limpiar de cenizas su caldera, tubos y demás elementos anexos, actividad que debe realizarse mayormente bajo techo y que insume una considerable cantidad de tiempo. La existencia de empalmes o situaciones especialmente singulares, como la existencia de fuertes pendientes y la consiguiente utilización de locomotoras especiales (aptas para circular utilizando "cremallera") obligaba a las empresas a construir estos conocidos edificios a veces muy próximos entre si.
Estos contaban con una considerable cantidad de personal, con poca o gran especialización y estaban equipados con las herramientas y maquinarias necesarias para realizar importantes intervenciones al material tractivo como tornos, fresadoras, taladros, fragua, etc., elementos de considerable tecnología para la época.
Llega la nueva tecnología
La llegada de las locomotoras diesel-eléctricas, destinadas a reemplazar a las viejas vaporeras, cambio totalmente el paradigma. Estas podían recorrer cientos de kilómetros o permanecer días en marcha sin requerir más mantenimiento que el reabastecimiento de gas-oil, aceite, agua y arena, necesitando solo reparaciones regulares mínimas. Es así que aparece una nueva dependencia anexa al depósito de locomotoras: LA ESTACIÓN DE SERVICIO. Su función era la de reabastecer de estos elementos a las nuevas máquinas y, eventualmente, realizar reparaciones menores. Se trataba, por lo general, de una instalación muy sencilla al aire libre, provista de una vía, surtidor para el gas-oil similar al utilizado para los autos, espacio para almacenar latas de aceite, manguera para el agua (sin un tratamiento demasiado especial, al contrario de la requerida para abastecer a las vaporeras) y un arenero. Anteriormente las vaporeras también se reabastecían de leña o fuel-oil al aire libre, aunque solían quedar la mayor parte de su tiempo dentro del galpón donde se les realizaba lo más pesado de su mantenimiento.
Lynch, fines de los años 90. Foto: Guido Beck. |
Ahora la antigua instalación original del deposito de locomotoras era un lugar poco requerido por las nuevas máquinas: solo ingresaba la que necesitaba alguna reparación liviana de ocasión, concentrando las reparaciones importantes en los DEPÓSITOS BASE.
Remedios de Escalada, fines de los años 90. Foto: Guido Beck. |
Es así que la cantidad de depósitos de locomotoras se fue reduciendo con el tiempo, siendo reemplazados por las ESTACIONES DE SERVICIO, ubicadas próximas al antiguo edificio.
Saldias, fines de los años 90. Foto: Guido Beck. |
En el Ferrocarril Belgrano, el más extendido de Argentina, solo sobrevivieron los depósitos Boulogne, Tapiales, Santa Fe, Córdoba y Güemes. A fines de los 70, los dos primeros pasaron a depender de la Línea Metropolitana, a cargo de la circulación de trenes de pasajeros locales en inmediaciones de la ciudad de Buenos Aires, quedando solo 3 en el Belgrano. El Ferrocarril Mitre también se quedó con 3 y el Sarmiento solo con uno.
El Desvío Levante
Una instalación poco conocida y por lo general asociada al depósito de locomotoras era el DESVÍO LEVANTE. Tal denominación (tal vez surgida a principios de los 70 con la implementación de la nueva organización operativa centrada en el P.C.P., P.C.Z. etc.) era aplicada a los talleres de reparación liviana de vagones; estas instalaciones se encontraban ubicadas en ciertos puntos estratégicos de la línea. Los mismos contaban con el personal y herramientas necesarios para realizar reparaciones menores al material rodante y compartían una misma Jefatura con el depósito de locomotoras o ESTACIÓN DE SERVICIO, ya que ambos pertenecían al Departamento Mecánica.
Haedo, fines de los años 90. Foto: Guido Beck. |
Depósito Sorrento
En el caso específico de Sorrento, de las 5 entradas con que contaba el viejo edificio, las dos de la izquierda (vías 1 y 2, visto de frente) eran ocupadas por el DESVIO LEVANTE (también utilizaba la primera de la izquierda, que quedaba fuera del edificio), las otras 3 pertenecían al depósito de locomotoras y la siguiente vía, fuera del techo, era la utilizada por la ESTACIÓN DE SERVICIO.
Depósito Sorrento en los años 80. Pueden verse los vagones colocados en vía 1ª para ser reparados en el Desvío levante, y dos locomotoras sobre la vía perteneciente a la Estación de servicio. |
Con los despidos masivos de principios de los 90, el personal ocupado en los DESVÍOS LEVANTE fue diezmado y estos, finalmente desaparecieron, hecho que fue resentido severamente por el material remolcado, aunque a mediados de la década se improvisaron ciertos puestos de reparaciones, entre ellos uno en Sorrento, donde un número muy reducido de personal se encargaba de ciertas reparaciones menores. Con la conformación de la nueva empresa a partir de noviembre de 1999 esa práctica resulto cada vez más irregular, con los resultados desastrosos que resultan claramente visibles, hasta por quien presencie el paso de cualquier carguero.
En cuanto a la ESTACION DE SERVICIO, la nueva empresa Ferrocarril Gral. Belgrano S.A. -creada en 1993- tomo la iniciativa de reemplazar las viejas instalaciones por una nueva construcción con techo de chapa a dos aguas, de una sola vía, menos glamorosa que los viejos edificios de principios del siglo 20, aunque adecuada para el fin buscado.
Estación de servicio Embarcación, ubicado próximo a la estación, año 2000. Arriba a la derecha, el destilador para el agua de las baterías. |
Es así, que la llegada de la nueva tecnología diesel, con su mayor eficiencia por sobre el vapor, firmó la partida de defunción de la mayoría de los viejos depósitos, los que terminaron abandonados y arruinados, confundiéndose con otros edificios que corrieron la misma suerte, pero no como víctimas de un avance tecnológico, sino de la desidia, desprecio y ambición del poder económico y político de turno.
Alberto Dieguez
Jefe de División
Desarrollo de Capital Humano Ferroviario SA.c.P.E.M.
Secretario de Hacienda y Delegado a Asambleas
Asociación del Personal de Dirección de Ferrocarriles y Puertos Argentinos
Seccional Rosario
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